lunedì 19 giugno 2017

SP 24 junio 2017

La FMA en la Escuela de María (art. 79)
24 de junio 2017

La Virgen con el Niño y San Juanito Bautista es un tema iconográfico en el arte cristiano. A finales del siglo XV y comienzos del XVI el tema recibió la atención de grandes maestros italianos: Sandro Boticelli, Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio y Miguel Ángel Buonarroti. En este icono de Rafael, podemos contemplar cómo María cuida a los dos niños, exhala tierna y dulcemente su maternidad para ambos y a la vez, percibimos en Juanito Bautista su total confianza en María y su admiración piadosa por Jesús. Recordemos que Juan Bautista fue el primero en percibir la presencia divina de Jesús en María por obra del Espíritu Santo: ¡Su mamá Isabel se dio cuenta cuando él saltó de alegría en su vientre! Y en ese momento ¡Isabel fue “contagiada” y quedó llena del Espíritu Santo!, como nos cuenta Lucas (1, 41-44).

El Señor pudo hacer grandes cosas en Ella, porque Ella fue una mujer de escucha a Su Palabra, sin resistencias a Su Voluntad y totalmente disponible para colaborar en la misión salvífica, como corredentora con Jesús. La doctrina de la Iglesia[1] nos ha mostrado cómo María ha sido ese instrumento esencial y se ha convertido en nuestro modelo de creyentes y en nuestra Madre que nos acompaña, cuida, orienta.

Y nosotras, como FMA, somos privilegiadas porque nuestro Instituto es de María, somos sus hijas, como lo explica Sor Anita Deleidi: “El Instituto ha nacido como expresión auténtica, viva, concreta, eclesial de la devoción mariana de un santo como Don Bosco para quien María no era solo objeto de veneración y de fe, sino experiencia vital, realidad, persona viva y operante que, desde que se introdujo en su vida no cesó de iluminar el camino, de inspirar las acciones, de sostener los esfuerzos, de colaborar de cualquier modo, también con intervenciones extraordinarias[2].

El sueño de los 9 años marca el inicio de esta relación personal con María, pero, además, la “apertura” de la “Escuela de María”. Cuando en ese sueño Juanito Bosco se sintió terriblemente ofuscado y confundido ante lo que se le pedía, es Jesús mismo quien lo calma con las siguientes palabras: -Yo te daré la Maestra, bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio y sin la cual toda sabiduría se convierte en necedad. Jesús ya había hecho esa experiencia, Jesús fue el primer “alumno” de María y ahora le ofrece esa misma oportunidad a Juanito Bosco y en él a todos los salesianos y salesianas de ayer, hoy y mañana.

Jesús es claro - podemos ser expertas en costura, cocina, tecnología, deporte… tener cantidad de títulos, doctorados, maestrías… ser grandes artistas en la pintura, música, teatro…- sin María todo esto es necedad… porque estamos dejando la verdadera formación que es obra del Espíritu Santo y que requiere nuestra escucha, docilidad, colaboración. Y esta formación, como lo muestra el artículo 79 de nuestras Constituciones, es en la Escuela de María, solo ahí podremos integrar los saberes del mundo con la sabiduría de Dios, para ser FMA integradas, focalizadas en el “Da mihi animas, cetera tolle”.

A este punto deberíamos detectar en nosotras si realmente hemos entrado de lleno a esta Escuela, o si todavía mantenemos posturas que frenan la excelencia del discipulado que conlleva la conversión personal. Por ejemplo, el limitarnos a un conocimiento teórico de María, hasta podríamos ser grandes mariólogas, pero sin relación con Ella; o ser grandes “fans” de María, sus leales admiradoras en Facebook Twitter, WhatsApp, YouTube, Email…, sin embargo, circunscritas en una emotividad superficial; o podríamos tener una relación con María casi unilateral, encuadrada únicamente en peticiones y rogativas de nuestra parte.
Entrar en su Escuela es algo más que todo esto, implica estar dentro de la dinámica de la fe para descubrir su presencia viva y su ayuda para orientar decididamente nuestra vida a Cristo. Con las actitudes de María es que el Espíritu Santo puede ir modelando en cada una de nosotras el sueño que Dios Padre tiene para configurarnos con su Hijo, en el estilo salesiano.

La ventaja que tenemos es que es una “escuela”, es decir, tenemos compañeras y compañeros que nos han precedido, que nos acompañan también y otros que nos seguirán. Don Bosco, Madre Mazzarello y tantas FMA nos pueden mostrar con su vida lo que es estar en la Escuela de María, lo que es dejar que Ella sea la Madre y la Educadora de nuestra vocación salesiana. Solo así también nosotras podremos ser las educadoras salesianas para las nuevas generaciones, como lo explica tan claramente Sor Piera Cavaglià:

Contra las siempre insurgentes tentaciones de relegar a María a la esfera de lo privado, del devocionalismo estéril o de la vana credibilidad, el redescubrimiento de María, Madre que coopera en la regeneración y en la formación de sus hijos, resultará fecunda de perspectivas y de nuevas metas espirituales y pedagógicas. María, con su sabiduría de maestra y de guía continuará despertando en las Hijas de María Auxiliadora, como ya en Don Bosco, la modalidad más eficaz para evangelizar la cultura juvenil hoy[3].


NOS PREGUNTAMOS

Retomemos los dos primeros párrafos del Artículo 79 de nuestras Constituciones a la luz de la reflexión que hemos hecho.

v  ¿Cuáles actitudes pueden decir a los demás que ya entré en la Escuela de María?

v  ¿Me he cuestionado si realmente María es “Madre y Maestra de mi vocación salesiana”?

v  ¿Leo las biografías de Don Bosco, de Madre Mazzarello, de tantas FMA que han sido verdaderas discípulas de María para aprender de ellas?

v  ¿Quién es María para mí: una teoría, una compensación afectiva, un “solucionador de problemas”, UNA PRESENCIA VIVA?

v  Solo la presencia de María, pletórica del Espíritu Santo y templo vivo de Jesús, hizo saltar de gozo a Juanito Bautista y contagiar a Isabel de este espíritu de amor… ¡Así debe ser en mi vida con María: ¡llena del Espíritu Santo, danzando con la alegría de haber escuchado al Señor, de haberme dejado moldear por su Espíritu, para ser colaboradora activa en el Reino de su Hijo como feliz FMA!




[1] Se puede profundizar el tema en el capítulo VIII de la Lumen Gentium y en la Redemptoris Mater, entre otros.
[2] Anita Deleidi, “La devozione mariana alle origini dell’Istituto delle FMA”.
[3] Piera Cavaglià, “La presenza di Maria tra normativa giuridica ed esperienza spirituale”.

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