martedì 18 aprile 2017

SP 24 abril 2017

La comunidad que canta el Magníficat (62)
“Canto las maravillas de mi Señor”
En la primera comunidad de Mornés se pueden escuchar las dulces notas musicales del Magníficat, que se manifestaba en una vida cotidiana plena de alegría y caridad hacia todas las personas que habitaban y visitaban la casa.
Un Magníficat que prolongaba las actitudes de María como la humildad gozosa, la gratitud, una fe fuerte y, al mismo tiempo, llena de admiración por las maravillas que Dios cumplía en su vida. Hoy estamos invitadas a escuchar e identificar con más calma estas notas musicales, para cantar y bailar, junto con María y nuestra comunidad, nuestro Magníficat.
La primera nota es la humildad gozosa de María, una mujer que se reconoce sierva, que ofrece todo a su Señor que nos ayuda a comprender mejor el misterio de Jesús que, de rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.

La segunda nota es aquella de la gratitud hacia Dios: María no termina nunca de agradecer a Dios por todo lo que está llevando a cabo en su vida y que la hace capaz de ver, también en los demás, las maravillas que Él cumple en ellos.
María se siente plenamente amada en aquello que es, en su fragilidad, en su pequeñez y por esto logra amar, salir y ponerse de viaje hacia quien la necesita… María ha creído en el amor y se ha hecho portadora del amor. Ha experimentado el amor como misericordia, que la ha hecho capaz de descubrir las delicadezas del amor, que son las notas que construyen silenciosamente la vida fraterna.
En el canto del Magníficat, María reconoce que las futuras generaciones la llamarán bienaventurada, porque ha asumido en primera persona la voluntad del Padre que la libera de todo perjuicio, de los condicionamientos… actitud que la hace crecer como mujer, madre y esposa.
En la comunidad de Mornés: “Casa del amor de Dios”, el Magníficat era una actitud de la vida cotidiana. Las primeras hermanas junto a Madre Mazzarello vivían en un continuo proceso de conversión, personal y comunitario. La Madre en sus cartas insistía en la humildad, en el no hacer las paces con los defectos y no mirar las apariencias… constantemente invitaba a las hermanas a estar alegres, a practicar la caridad con libertad, a no permanecer indiferentes frente a las necesidades de los demás. Madre Mazzarello, gracias a su profunda humildad, llega a un nivel alto de libertad interior que la lleva a crear un ambiente sencillo, fraterno y gozoso.
Hoy nos toca a nosotras cantar nuestro Magníficat con y como María, ser un himno de gratitud al Señor por todas las maravillas que ha realizado en nosotras y en toda la Familia Salesiana. Un himno humilde y gozoso a Dios, un gracias dicho, no solo con los labios, sino con la vida, para ser en nuestras comunidades constructoras de fraternidad, de paz, de solidaridad, de un amor creativo frente a las necesidades de los demás.

NOS PREGUNTAMOS:
¿Siento la necesidad de reconocer mis debilidades y fragilidades para que sean transformadas por el Señor?
Como María ¿Reconozco las maravillas que Dios hace en mí y en mi comunidad?

Escribo mi Magníficat comunitario.

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