VELA POR
NUESTRO INSTITUTO Y POR TODA LA FAMILIA SALESIANA
Las primeras
palabras del Carta de la Identidad
Carismática de la Familia Salesiana son estas: " Con humilde y gozosa
gratitud reconocemos que Don Bosco, por iniciativa de Dios y por la materna
mediación de María, dio comienzo en la Iglesia a una experiencia original de
vida evangélica. El Espíritu plasmó en él un corazón habitado por un gran amor
a Dios y a los hermanos, especialmente a los pequeños y pobres, y le hizo de
ese modo Padre y Maestro de una multitud de jóvenes, además de Fundador de una
extensa Familia espiritual y apostólica"[1].
Somos por lo tanto una Familia nacida del corazón de Dios, pero confiada a
María desde el primer momento de su nacimiento, cuando Don Bosco tuvo el sueño
de los nueve años. Siempre es conmovedor recordar aquel primer sueño que es el
fundamento de la vida apostólica de nuestro Padre. Todas las palabras y los
gestos tienen una dimensión profética. Allí María se presenta como la Madre y
la Maestra, pero también como la protectora de toda su obra:
Don Bosco,
habiendo experimentado en la fundación y desarrollo de su obra que "María
lo ha hecho todo”, incluso con intervenciones extraordinarias, dedicó la
naciente Congregación a la Virgen con el título de Auxilio de los Cristianos.
Recibiendo más tarde la inspiración de
María de fundar el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, quiso que fuera
un monumento vivo de su gratitud a la
Auxiliadora. A Ella le confió también a los Salesianos Cooperadores, para
que los protegiera y encontraran en Ella inspiración en la tarea apostólica.
También instituyó la Asociación de los Devotos de María Auxiliadora, vinculada
al santuario de Turín como una señal de gratitud por la presencia materna de la
Virgen en toda su obra. Esta especial referencia a María ha marcado vivamente
la identidad carismática y espiritual de los varios Grupos de la Familia
Salesiana surgidos a lo largo del siglo XX.
María es considerada no solamente como Madre de la Iglesia y Auxiliadora
de los Cristianos, sino también como Madre de la toda la humanidad, de modo que colaboradores y colaboradoras de diversos
Grupos de la Familia Salesiana, pertenecientes también a otras religiones,
alimentan una sincera devoción hacia Ella. Por lo tanto, se puede afirmar con
fundamento que la Familia Salesiana es
una Familia Mariana.[3] La devoción a María fue (junto a la de Jesús
Eucaristía y al Papa) una de las tres devociones que marcaron la vida
espiritual y apostólica di Don Bosco. Toda la Familia Salesiana es y se siente
Familia mariana, nacida por la solicitud materna de la Inmaculada Auxiliadora.
Todos los Grupos, en efecto, expresan esa convicción en los textos
constitucionales propios.[4]
Nosotros,
FMA pertenecemos a esta Familia: "Nuestro Instituto es parte viva de la
Familia Salesiana … En la Familia Salesiana compartimos la herencia espiritual
del Fundador y, como en Mornese, ofrecemos
la aportación original de nuestra vocación"[5],
y por eso sentimos la necesidad de confiarnos a María no solo como Instituto, sino
como Familia y confiarle a Ella todo lo que nos es más querido.
El acto de entrega a diario a María caracteriza, pues, nuestra
espiritualidad. La entrega es un dinamismo ascendente: es realizar el gesto del
don de sí para responder con generosidad a una misión que llevar a cabo; pero
es también un dinamismo descendente: acoger con confianza y reconocimiento la
ayuda de la que guió a Don Bosco y sigue guiando a la Familia espiritual que en
él tuvo su origen.[6]
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